29 julio 2009

EL LABERINTO DIGITAL... A VUELTA DEL VERANO

Llegamos, por fin, al anhelado veraneo, que no vacaciones, con un anticipo y una invitación. Septiembre y octubre nos prometen más debate sobre el laberinto digital, y varios son los anuncios y convocatorias que desde distintos foros nos han llegado ya. De las convocatorias de septiembre destacamos:


    -Interliteral, II encuentro de literatura digital, que desde el 17 al 18 de septiembre, en Jaén, refelxionará sobre el futuro de la creación literaria en el entorno digital.

-El Hay Festival de Segovia, del 23 al 27 de septiembre, dedicado a la arquitectura, reservará un espacio para un encuentro dedicado a la reflexión sobre el futuro de los blogs como alternativa de negocio.

-El Salón Internacional del Libro Africano (SILA), del 24 al 27 de septiembre, en Tenerife, alojará el II Encuentro de Editores, que este año abordará el impacto de Internet y de las redes sociales en la promoción del libro y de los escritores.

De los anuncios, el más esperado. Apple parece ser que por fin da el paso y anunciará -según los rumores- en septiembre el lanzamiento navideño de la nueva Tablet PC, que tras un acuerdo con EMI, Sony Music, Warner Music y Universal Music Group, ofertará un nuevo modelo de distribución de música y probablemente de libros digitales, en competición directa con Kindle de Amazon.

Por lo demás, los editores ya andamos a vueltas con el papeleo de Liber 2009, a celebrar este año en Madrid, con Rusia como país invitado. A todos les llamará la atención la foto que los organizadores de la Feria Internacional del Libro han elegido para el diseño de la invitación profesional que deberemos en breve hacer llegar a nuestros clientes y amigos: Un joven con un cacharro digital en las manos, leyendo Los tres mosqueteros, de A. Dumas. Tiene bemoles la cosa. ¿Qué editor tiene alguna sorpresa digital preparada para presentarla en IFEMA?


Nos despedimos hasta septiembre. Durante estos días les invitamos a dejarse mecer por la serenidad, la buena compañía, conversaciones enrriquecedoras y lecturas reponedoras.
A nosotros nos encontrarán ... leyendo. Porque sí.

23 julio 2009

A PROPÓSITO DE LARSSON (Y 3): VENTA A ZAFONAZOS

Durante los ultimos días hemos visitado numerosas librerías, y hemos podido constatar que los libros de Larsson son pedidos y comprados con ansiedad por infinidad de personas, nadie quiere quedarse sin la tercera parte –sin ya ha leido los dos primeros volúmenes de la trilogía–, o se ha decidido por fin a incarle el diente, «al menos el primero», para quitarse el gusanillo de la curiosidad que ha suscitado este fenómeno social.

Porque estamos ante esto, al igual que lo han sido las pandemias de los virus Zafón-2 y Potteriana 5-7. Pero lo asombroso (¿lo sigue siendo para alguien?) es que las librerías están bastante vacías, siguen vacías, de lectores, de clientes y, si seguimos a este ritmo de devolución... de libros.

En cualquier caso, los libreros nos insisten en que la aparición del tercer volumen de Millenium ha reactivado, un poco al menos, el tráfico a las librerías. Por cierto, hace unos días leíamos cómo ha descendido el índice de afluencia a los centros comerciales –Indice Experian Footfall- en España. Este informe mide la afluencia a los centros comerciales, y arroja en España un dato significativo: el descenso en mayo de un 5,2% en comparación con mayo de 2008. Según el informe, se deteriora también el índice acumulado que se situa ahora en -1,7%, frente al -0,9% del apsado mes de abril.

Parece ser que lo preocupante no es la bajada, sino el cambio que el informe muestra en la estacionalidad del sector, ya que tradicionalmente mayo era un mes alzista en afluencia. De hecho, la última semana de mayo arroja un descenso del 11,5% respecto de la misma semana del año anterior.

Nos surge una reflexión al hilo de estos datos. Hay cadenas de librerías que han optado por crecer instalándose en estos mall y centros comerciales, en vez de hacerlo en núcleos poblacionales urbanos. Estas sucursales de las cadenas venden poco o nada de lunes a jueves, comenzando una recuperación a partir del viernes, para centrar el grueso de sus ventas los fines de semana y festivos. ¿Cómo estarán ahora mismo esas librerías? ¿Les está salvando los libros de Larsson? ¿Qué margen porcentual de devolución por encima del ejercicio anterior están generando a marchas forzadas estos puntos de venta al grito de «más madera»?

Efectivamente, nos llegan noticias de otra avalancha de devoluciones, sinónimo de una situación de crisis más que preocupante. Según los usos y costumbres tradicionalmente esgrimidos en este sector, los meses de abril, mayo y junio eran potentes en ventas, y las devoluciones de junio y julio estaban controladas. El problema es que las devoluciones no han bajado su ritmo, quizá aumentado, desde noviembree pasado. Esto empieza a sonar no a anomalía, sino a un cambio estructural.

Seguimos analizando las cosas según esos «usos y costumbres» y, claro, no entendemos nada, porque en vez de mirar lo que pasa ahí fuera, seguimos mirándonos el ombligo. ¿No tendremos que empezar en el sector del libro a hablar de «ciclos de consumo»? Desde San Jordi y las Ferias del Libro la gente ha ahorrado (¿algo?) para poder consumir en vacaciones, y a la vuelta, inevitablemente, comenzará a ahorrar para poder consumir en Navidad. Los hábitos de consumo respecto del libro están cambiando, y parece que fenómenos como Millenium se repiten con mayor frecuencia, de tal manera que el sector se va a tener que readaptar para vender a zafonazos, para vender algo al menos.

Ante esta economía de crisis, otros sectores saben reaccionar, inyectando cintura a la banda de precios. ¿Para cuándo será inevitable el fin del precio fijo para el libro? ¿Para cuándo será inevitable la posibilidad de hacer rebajas del libro? En todos los sectores del consumo moderno las rebajas y promociones incentivan la demanda y reducen stocks. Aquí, con no subir demasiado los precios nos conformamos, aunque el consumidor reclame otras cosas.

Lean, lean a Larsson. Y acuérdense también de Tolstoi, Dostoievski, Thomas Mann, Joseph Roth, Stefan Zweig, y de Pérez Galdós, Valle-Inclán, Unamuno, Baroja, Lorca, Vila-Matas, Pérez Reverte. Y sobre todo, lean lo que les de la gana.

22 julio 2009

A PROPÓSITO DE LARSSON (2): ¿LIBROS PARA PENSAR?

En el pasado Encuentro de Editores de Santander, en la mesa sobre edición de «libro de ensayo», tuvimos ocasión de asistir a un nuevo asalto del debate edición cultura versus edición mercado. Aunque nos declaramos firmes defensores y frecuentadores de lo que el maestro Einaudi denominaba «edición-sí», que tan oportunamente Jorge Herralde nos recordó a todos los asistentes, el debate cultura/mercado se reactivó entre los editores con ocasión de un comentario a la trilogía de Larsson.

Algún editor se atrevió a afirmar que él editaba sólo libros «para pensar», mientras que el representante de Planeta defendió unos libros escritos con calidad por un periodista de reconocido prestigio en su país. Al margen de elitismos trasnochados, lo que se impone es la realidad. En un sector acosado por la crisis en términos relativos, ver a la gente en el metro y en los autobuses con los libros de Larsson es algo que mueve abiertamente a reflexión. El descomunal nivel de ventas alcanzado en tan poco tiempo por esta trilogía, con una compra compulsiva del tercer volumen el mismo día de su aparición en librerías, obliga al sector, a editores y libreros, a reflexionar sobre este fenómeno, trascendiendo un maniqueo debate cultura/mercado. Nos hacemos varias preguntas:

  1. ¿No son los libros de Larsson algo más que un simple best seller?
  2. ¿Responden a un moda o a una tendencia sociológico-comunitaria?
  3. ¿Estamos ante un caso a estudiar por los profesores de marketing de ventas o por los sociólogos que estudian los hábitos de consumo?

Leyendo estos días a Rogert Chartier, investigador sobre el mundo de la cultura escrita, el libro y la lectura de la Modernidad a nuestros días, leíamos una peculiar definición del concepto «cultura» que nos puede ayudar a arrojar luz a este fenómeno: «aquella manifestación que articula las producciones simbólicas y las experiencias estéticas sustraídas a la urgencia de lo cotidiano, con los lenguajes, los rituales y las conductas gracias a los cuales una comunidad vive y reflexiona su vínculo con el mundo, con los otros y con ella misma».



No hay lugar a dudas de que la millonaria venta de la trilogía de Larsson, además de una moda, un negocio para un editor, varios distribuidores y cientos de puntos de venta, incluidas librerías independientes, podríamos calificarla de «producción simbólica» de la sociedad occidental. Algunos periodistas han bautizado a estos best seller como «de calidad», para distinguirlos de otros productos de secuelas de algún éxito cinematográfico, o provocadores del mismo, cuya calidad literaria deja mucho que desear.

Con Larsson, y no nos pongamos puristas, está ocurriendo que gusta a unos y a otros, a los exquisitos y a la masa. No sabemos si los libros de Larsson son una joya literaria, pero desde luego su virtud de entretenimiento no está reñida en absoluto, en principio, con una segunda lectura «para pensar». Desde luego, este fenómeno nos debería hacer «pensar» a los artífices del sector, a descubrir que tras la trilogía de Larsson se esconde no sólo un negocio, sino un fenómeno de masas, en definitiva, un discurso que trasciende la materialidad de los libros.



Leyendo de nuevo a Chartier, recordamos que I. Kant, en su Metafísica de las costumbres (1796), constataba la doble naturaleza del libro, material y discursiva, y distinguía así entre el libro como «opus mechanicum», como objeto material, que pertenece a su comprador, y el libro como discurso dirigido a un público, que sigue siendo propiedad de su autor y que sólo puede ser puesto en circulación por sus mandatarios. Implica por tanto la separación entre la identidad esencial de la obra y la pluralidad indefinida de sus estados, o si queremos, entre la sustantividad y el accidente, el texto ideal y trascendente, por un lado, y las formas múltiples de su publicación, por otro.

Larsson seguirá siendo un fenómeno social cuando esté disponible en formato de bolsillo, incluso cuando la plataforma digital de Planeta lance la trilogía en formato e-book allá por Navidad. Y aquí se produce la paradoja: los defensores del ensayo, de los «libros para pensar», alegaban una concepción idealista de la edición, que ahora, comprobamos con estupor, se vuelve en su contra. Como nos recuerda Chartier, David Kastan califica de «platónica» la perspectiva según la cual una obra trasciende todas sus posibles encarnaciones materiales, y de «pragmática» a la que afirma que ningún texto existe fuera de las formas materiales que lo dan a leer o a oír.

Pues bien, a pesar de la venta inmediata y millonaria y del ruido mediático de los «tochos» de Larsson (lectura pragmática), creemos que este fenómeno (lectura idealista) trascenderá los soportes. Como paradigma de una revolución social, económica y cultural, la trilogía Millenium anuncia nuevos tiempos para el mundo del libro, donde éste se ha incorporado a la lógica de los fenómenos de masas dentro del gran consumo de productos culturales, a analizar no por índices de lectura (profesores y académicos) sino por hábitos de consumo (sociólogos y directores de marketing).
Cultura y mercado no se excluyen, pues. La gran pregunta a hacerse es ésta: ¿Un fenómeno editorial como éste hace vender otros libros? Es decir, después de Millenium ¿qué?

16 julio 2009

A PROPÓSITO DE LARSSON (1): ¿EN QUÉ SE PARECE UN BEST SELLER A UNA HAMBURGUESA?

Llegó el verano y los libreros andan como locos montando escaparates e ingeniándoselas para vender a cuchillo el último libro que cierra la trilogía de Larsson, talismán al que el sector ha dotado de los mágicos poderes que nos sacarán de la ya asumida crisis del libro. Los libreros quieren hacer caja como sea, los distribuidores esperan que esas ventas millonarias frenen el tsunami de la devolución (de los «otros» libros, claro), y los «otros» editores se debaten entre presentar su próximo plan editorial o dedicarse a vender lencería gruesa, porque ya no saben qué hacer con las fajas de sus libros no vendidos.

La culpa de todo, según algunos, la tiene la homogeneización de la demanda, o sea, los best sellers, que están erosionando el mercado, generando con la pandemia lectora anomalías perjudiciales para todo el sector. Pero, ¿qué es un best seller? Contesta a la pregunta el escritor y editor mexicano Roberto Pliego en el último número de la revista Texturas:
  1. Best seller: término acuñado por Harold Bell Wright en 1902, al que definió como «comida sencilla para gente sencilla».
  2. Mucho antes de que se hablara de industria del libro o de sociedad de masas, el best seller ya estaba allí: Los muchachos de la montaña verde (1839), de Daniel P. Thompson alcanzó 50 reimpresiones en veinte años; La cabaña del Tío Tom (1852), de Harriet B. Stowe, vendió 300 mil copias en un año.
  3. El best seller no se escribe para hacer literatura, sino para hacer sonar la caja registradora.
  4. El best seller es el libro que vende el mayor número de ejemplares en el menor tiempo posible: el Quijote, la Biblia o Cien años de soledad no son best sellers.
  5. El best seller es un producto que es signo de la rapidez y que está vacunado contra la relectura.
  6. Nada más ajeno al lector de best seller que una biblioteca... o una librería.
  7. El best seller es ajeno a la crítica literaria o a la historia de la literatura: no precisa análisis, solo busca experiencias inmediatas.
  8. Al best seller le beneficia el precio libre y la manga ancha en la propiedad intelectual y los derechos de autor.
  9. El autor de best seller no rinde cuenta a la literatura, sino al director comercial de la editorial.
Hace unos días, en una de nuestras clases en el Master de Edición de la Universidad de Salamanca, en asociación con Santillana, los alumnos nos interrogaron sobre el casi inevitable tema de la venta compulsiva de los libros de Larsson; fruto de la charla posterior surgió la siguiente pregunta: ¿Por qué los éxitos editoriales y los grandes bestseller recaen en la mayoría de las ocasiones, estadísticamente hablando, en dos o tres grandes grupos editoriales? Se nos ocurren las siguientes hipótesis de trabajo que pudieran explicar este fenómeno:
  1. La gestión del talento editorial: al tener una gran potencia económica este perfil de editoriales contratan editores de gran «olfato» literario.
  2. Son editoriales con un marcado carácter comercial: no tienen un sesgo cultural-apostolar.
  3. Son empresas que no tienen editores sino «coolhunters» («cazadores de tendencias») que saben leer tendencias emergentes en la sociedad de cada país.
  4. La potencia económica de la editorial –o de su grupo- determina el acceso a manuscritos y autores de cachés muy altos. Esto podría explicar un Follet, un Le Carré o un Grisham, pero no explicaría un Dan Brown, un John Boyne, el primer Harry Potter o el mismo Larsson.
  5. Son empresas con capacidad para desarrollar un marketing coherente y congruente, con un apoyo cruzado desde otras partes del conglomerado mediático.

¿Y usted qué piensa? ¿Se debe a alguno de estos factores causales? ¿No será un mix de varias hipótesis? o ¿a una casualidad dentro de la teoría de las catástrofes? La pandemia del best seller ¿propiciará la caída del precio fijo?

Terminamos con una cita de Roberto Pliego: ¿En qué se parece un best seller a una hamburguesa? En que uno y otra están hechos de ingredientes poco fiables y saben mejor cuando se ofrecen a precio de ganga.

15 julio 2009

ENCUENTRO DE EDITORES DE SANTANDER: EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO

Apenas hace unos días estuvimos en Santander, participando como "alumnos" (osea, pagando), en el Encuentro de Editores de la UIMP, promovido por la FGEE, que en esta convocatoria no tenía otro lema que el de celebrar los XXIV encuentros anteriores. Los ponentes, explicó la organización, iban a ser específicamente algunos de los directores de curso de las anteriores ediciones, por lo que la coherencia y solidez de este Encuentro, al margen de lo celebrativo, ha sido muy difícil de conseguir. El hilo conductor ha sido, no obstante, el merecido honoris causa a Pancho, celebrado por unanimidad por todos los presentes.


A pesar de que siempre es grato coincidir con colegas y amigos en un "marco incomparable" como es el Palacio de la Magdalena, pasados los días nos ha quedado un tono vital lleno de melancolía y ñoñez, debido al poco peso específico que en general han tenido unas sesiones dedicadas a hacer balance (pobre) y plantear perspectivas de futuro (pocas) para un sector, el del libro y la edición, necesitado a gritos de "nuevos aires", como el propio Presidente de la FGEE manifestó en la sesión de clausura.


No pretendemos hacer una crónica detallada de las sesiones. De todas las ponencias, alguna de ellas producto de la improvisación, otras brillantes (como la de Jesús Badenes), la que más nos llamó la atención, no sólo porque fue soberbia, sino porque aportó una documentación impecable y temas de fondo para reflexionar, fue la de Dña. Rosalina Díaz, Directora General de Wolters Kluwer España. Su ponencia, dentro de la mesa redonda destinada al tema de las nuevas tecnologías y la propiedad intelectual, presidida por Rafael Martínez Alés, y con Julián Viñuales senior y José Antonio Millán como co-ponentes (en la foto), llevaba precisamente por título "Las nuevas tecnologías de la edición y su repercusión en la propiedad intelectual".


Rosalina Díaz, en un ejercicio preclaro de reflexión sobre los futuros a los que se enfrenta el mundo del libro, apuntó las cinco tendencias que están transformando el tradicional negocio del libro:
  1. La innovación tecnológica: con una vertiginosa y paulativa mejora de los ebooks, con un aumento de la capacidad de búsqueda de los grandes buscadores, y una disminución del coste de la POD.


  2. La customización: que ofrece la posibilidad de adquirir contenidos recopilados o por capítulos, personalizando las recopilaciones con contenido propio y portadas customizadas, abriendo nuevas posibilidades de mercado, particularmente en el mundo académico.


  3. Consumo de contenido desmenuzado: propiciando la venta por capítulos individuales, secciones o artículos, las suscripciones a corto plazo, o la oferta gratuita del contenido completo de un libro en versión digital y venta del mismo contenido en formatos complementarios.


  4. Compromiso/colaboración: propiciando el proceso de creación y edición posterior.


  5. Enriquecimiento/expansión: estamos asistiendo a una transfomación del objeto "libro", que está perdiendo materialidad para experimentarse como contenido enriquecido.
Como ilustración, Rolasina Díaz apuntó una serie de ejemplos para cada una de estas tendencias, nuevas líneas de negocio que ya han surgido a la sombra de las nuevas tecnologías y los nuevos hábitos de consumo:


  1. Customización: plataformas como Primis de McGrawHill, Falt World Knowledge o MijnWebboek.be. La customización supone que el usuario puede hacerse un libro a medida para leer en pantalla, con posibilidad de autoedición en papel.


  2. Contenido desmenuzado: plataformas como Taylor & Francis eBookstore, SpringerLink, Cengage iChapters, Chegg o Bookswin. El usuario puede comprar capítulos ueltos o fragmentos, o imprimirse el libro en papel con grandes descuentos.


  3. Colaboración: plataformas como Safari, West Law School Exchange, ConneXions, Merlot, donde el usurio participa activamente, como prosumidor, en la creación y edición posterior de los contenidos.


  4. Enriquecimiento: con plataformas como ImageCONSULT, thevisualMD, MyMathLab o Aplia, donde el usuario dispone de textos e imágenes enrriquecidas para consulta, estudio y aprendizaje on line.

Nuevas tecnologías aplicadas al sector del libro que están trascendiendo las fronteras materiales y jurídicas del objeto "libro" en las que el sector está aún encorsetado. Son las mismas limitaciones que, por falta de visión, hacen a alguno de los ponentes de Santander afirmar que Wikipedia es una más de las enciclopedias on line disponibles, con la diferencia de que ésta actúa como Robin Hood, que roba a los editores para dárselo a los lectores, cuando Wikipedia es todo menos una enciclopedia on line al uso, sino una comunidad de conocimiento que basa su razón de ser en la colaboración proactiva de los propios usuarios.



Comentarios como este hacen patente que algunos de nuestros mayores no están entendiendo la irrupción de un nuevo paradigma, que va a afectar seria y profundamente al día a día de los actores del libro, desde los autores hasta los libreros, pasando inevitablemente por una transformación brutal de la distribución, y, claro está, un rediseño de las vías de negocio y razón de ser de los editores. Por no hablar del impacto en los hábitos y tipos de lectura. No se trata de estar fascinados por cacharros y nuevas tecnologías. No asistimos a un cambio tecnológico, sino a un cambio cultural, que tendrá consecuencias económicas.

Los futuros de la edición pasan, por tanto, por abrirse a nuevas posibilidades con espíritu emprendedor, sin renunciar, claro está, a seguir haciendo las cosas bien en papel. En esa línea, intervenciones como la de Javier Pradera sorprendieron por la perplejidad y asombro que mostró ante la, ya no tan reciente, irrupción en el mercado de tantos y pequeños editores independientes. La respuesta la dió Jorge Herralde, que de nuestros mayores fue el más acertado no sólo al alabar el magnífico trabajo que estos editores independientes están haciendo (en España e Hispanoamérica), con sus cuidados catálogos y ediciones en papel, sino al dar un toque de atención a los asistentes ante la llegada del "nuevo paradigma". El wiki-editor ya está aquí.

Esperamos que en las próximas ediciones, los Encuentros de Editores de Santander hagan un ejercicio de autocrítica, en positivo, y den una oportunidad a los nuevos talentos de la edición, para que esos "aires nuevos" revitalicen el debate y la reflexión, que por falta de ideas (no es cuestión de edad, sino de capacidad de generar discurso) está languideciendo y abocando al sector a la ñoñez y al papanatismo melancólico.

13 julio 2009

BATALLAS DIGITALES Y POSICIONAMIENTOS DIFUSOS

La batalla ha empezado: como Kurosawa ya retrató con maestría en su película Ran (1985), el clan Ichimonji está en pie de guerra y los herederos del gran Hidetora se disponen en formación para iniciar el combate.

El acuerdo Santillana-Random-Planeta con las agencias de derechos para constituir una plataforma de compra de derechos digitales es una noticia que tiene ribetes preocupantes para la edición independiente. Cuando los grandes se ponen de acuerdo no es para convertirse en una ONG sino para delimitar y marcar reglas de juego ante un mercado emergente. Veamos algunas de las afirmaciones que se vierten en el comunicado de prensa, y al hilo de los mismos las reflexiones que nos planteamos:


1. «Comercializar a través de las librerías mediante códigos de descarga». Si el proceso implica tener que desplazarse físicamente a una librería para adquirir un cartón con el que a su vez, ya desde casa, puedas descargar el ebook, acabará siendo un fracaso. La protección del tejido de librerías no puede conllevar cargar de costes de transacción al cliente. Más bien hay que pensar en constituir una macroplataforma de contenidos que enlace con todas las librerías que lo deseen, de forma que el cliente pueda comprar en su librería habitual a través de un interface que conecta la librería con la macroplataforma, y todo ello sin moverse de casa. Por otro lado, habrá que comenzar a preguntarse qué proceso de valor añadido va a hacer la librería independiente (frente a las grandes superficies y cadenas de librerías) a la hora de comercializar ebooks por descarga y pago por tarjeta o por cualquier medio de pago virtual. El traslado de margen a un eslabón de la cadena debe reposar en el concepto de «añadir valor», pero no olvidemos que lo que no añade valor añade pérdidas. Estamos totalmente de acuerdo con una protección de las librerías, pero parece imprescindible confirmar qué valor van a añadir al proceso: ¿marketing intensivo digital en función de las especialidades propias de cada librería?


2. «No pasaremos por encima de los editores. Se darán los derechos a los editores que ya los tienen en papel». El olfato nos dice que esto es una declaración de intenciones cara a la galería, y que en unos meses veremos que los derechos digitales los llega a tener cualquiera. No hay de qué extrañarse: al igual que en el mundo analógico, los derechos digitales podrán estar, en numerosos casos, fraccionados en función de formatos, áreas geográficas, idiomáticas, etc. Esto supone una cuestión nada baladí. Pero ¿por qué los autores van a dejar los derechos digitales en manos de las agencias? ¿Por qué no se plantean comercializarlos directamente? La Red ha facilitado todo: del autor al lector sin intermediarios ni exclusividades. Esta posibilidad no es ciencia ficción. Si el autor –creador de contenidos- amplia su margen desde el 10% actual hasta una horquilla de entre el 25% y el 40%, será a cambio de una fuerte mengua de márgenes en otros eslabones de la cadena de valor.


3. «Negocio de márgenes muy ajustados». El negocio digital será un negocio de eficiencia operativa, con una caída brutal de precios a la baja, fundamentalmente porque los costes de transacción tienden a cero. El mercado determinará los umbrales y horquillas de precios que el consumidor final considere aceptables y esté dispuesto a pagar, por lo que será fundamental ver qué valor añade cada eslabón de la cadena. En negocios de fuerte eficiencia operativa y teniendo en cuenta que el reparto de márgenes habrá que rediseñarlo, se producirán procesos de desintermediación muy duros. Pero, siendo el editor, ¿traspaso margen a cambio de qué?


4. «Nuevos actores». La situación se presta a la entrada de nuevos actores, pese a que, como diría Michael Porter, el negocio es poco atractivo desde el punto de vista de los márgenes. Se incorporarán, esencialmente, plataformas online con estructuras de costes muy bajas, una gran eficiencia operativa y un gran poder de desarrollo de marketing on line hacia grupos y comunidades hipersegmentadas.

5. «Ahora mismo estamos ante lo que se puede conceptualizar como un mercado emergente, con una bajísima demanda real y sin oferta de cierto valor añadido». Razón lleva Jesús Badenes al señalar cómo se están comportando otros mercados extranjeros, donde se han realizado importante inversiones pero a las que no se ve un retorno razonable. Parece sensato y cauto el tentarse la ropa antes de lanzarse a invertir enormes cantidades de dinero sin tener certezas de retorno razonables.


6. Las posibilidades de desintermediación no implican la desaparición de las funciones. Es importante conceptualizar este tema. Son numerosas las presentaciones de los nuevos gurús digitales a las que hemos asistido en las que te lanzan una diapo con las posibilidades de desintermediación que la nueva cadena de valor digital plantea. Efectivamente se presentan opciones muy diversas que pueden hacer que ciertos eslabones puedan ser eliminados. Pero esto no implica la desaparición de las funciones: es posible que un autor pueda comercializar directamente al lector sus creaciones de contenidos, pero entonces él mismo tendrá que desarrollar las funciones de editor, distribuidor y de director de marketing. Obviamente el desplazamiento del valor avanzará hacia adelante en la cadena, siendo el del marketing el eslabón decisivo. La distribución –por descarga- será un comodity. Lo decisivo del valor radicará en la estrategia pull hacia el cliente final.


Estamos convencidos que, a falta de certezas absolutas en el tema digital, veremos muchas iniciativas en los próximos meses, a modo de experimentos y ensayos. De momento, los grandes grupos comienzan a liderar y a definir reglas competitivas. Pero, ¿y los editores independientes? Se impone a corto plazo unas sesiones de reflexión de la edición indepediente sobre estos temas, para diseñar y desarrollar unas líneas de posicionamiento diáfanas.

Cuando se carece de estrategia, cualquier dirección parece buena; incluso el no hacer nada hasta ver las cosas más claras puede parecer a algunos la opción más inteligente, pero este inmovilismo no deja de ocultar miedo y esclerosis de un paradigma condenado a cambiar.

06 julio 2009

LA CRISIS Y EL LIBRO: EJERCICIOS FUNAMBULISTAS

La aparición este sábado en diferentes medios de los primeros resultados sobre el ejercicio de 2008 y un avance sobre la situación del sector en el primer semestre de 2009, a partir de los datos suministrados por la FGEE, nos lleva a reflexionar sobre algunas de las cuestiones que se apuntan. El titular de El PAIS no podía ser más contundente, dentro de la línea sensacionalista que ha caracterizado la “reflexión” sobre el sector en los últimos meses: “El libro también se suma a la crisis. Tras años de crecimiento, las ventas bajaron un 6% en el primer semestre de 2009”.

La línea de argumentación del titular ya nos parece errónea y nos ofrece suficientes motivos para discrepar rotundamente. Los últimos años el sector ha crecido por debajo de la inflación, de hecho, a precios constantes el sector ha decrecido en los últimos diez años el 1,2%. Ver cuadro.


Conclusión: dejemos de anunciar a bombo y platillo el “crecimiento”, para hablar directamente de estancamiento.
Por otro lado, de las cifras que se aventuran del primer semestre de 2009 –se explica que son “muestras y proyecciones”­- se afirma que tan sólo se ha producido un descenso del 6%, a pesar de que sostiene que se parte, según los datos de enero y febrero, de un 40% de descenso. La cifra del 6% en el semestre es por tanto difícilmente creíble (supondría que en los cuatro meses restantes, para compensar el 40% de caída, se debería haber facturado una cifra escalofriante, cosa que no es verdad).
En el artículo se recogen también las declaraciones de Michèle Chevallier –Cegal- , que habla de un descenso del 25% en librerías. Desde nuestro punto de vista, la apreciación de Cegal parece bastante más realista y objetiva, mucho más fiel a una realidad que no deja de ser preocupante.
Las devoluciones efectivamente han sido descomunales, esencialmente porque se han convertido en el único mecanismo corrector entre oferta y demanda. La devolución está penalizando la sobreproducción editorial que no se ajusta a la demanda real. Si no se vende, lo racional es devolver; si no se vende, lo racional y prudente es comprar e implantar cantidades mucho más bajas. Si a todo esto se añade parón de compras institucionales y unas demoras en los pagos de la administración a las librerías, el cuadro es preocupante.
¿“La tendencia es recuperarse”, como afirma el artículo? Pues va a ser que no. De momento no hay brotes verdes, sino atonía y estancamiento. Parece más que necesario y urgente disponer de un plan B, es decir, de un plan anticrisis del sector. ¿La burbuja editorial ha pinchado definitivamente?

01 julio 2009

EL PANORAMA DIGITAL: MÁS ALLÁ DE LA CACHARRERÍA DE LOS EBOOKS

Para cualquier persona interesada en el tema de los ebooks –aparatos lectores– es evidente que actualmente conviven en el mercado, o están a punto de aparecer, un conjunto de aparatos con prestaciones muy similares, pero que no han conseguido una curva de inflexión que les permita tener una cuota significativa del mercado, de tal manera que aún hoy no llega a imponerse un cacharro sobre otro (de momento). Veamos: iLiad, Papyre, Sony Reader, Cybook, Hanlin, Jetbook, iRex, txtr, Fujitsu o Kindle.

Al margen de polémicas y demagogias, y más allá de los discursos (apocalípticos o integrados) de libreros, distribuidores y editores, que siguen siendo poco reflexivos y netamente opacos (por ignorancia) al entorno digital, aquí estamos esencialmente hablando de «electrónica de consumo». Dicha cacharrería responde a una lógica alejada del universo cultural en el que (todavía) se vertebra el sector del libro, sujeta en cambio a una guerra comercial en la que no siempre el aparato que triunfa es el mejor.

Es además previsible que los aparatos de «tecnología propietaria muy cerrada», como el caso del Kindle, no puedan asentarse en el mercado europeo. Haciendo conjeturas e hipótesis sobre los que puede ocurrir en unos ¿meses?, parece razonable pensar que en el mercado español habrá un par de aparatos lectores de consumo masivo y uso horizontal, por un lado, y dos o tres cacharros sofisticados dirigidos a segmentos profesionales con una nivel de prestaciones y conectividad mucho más altos, por otro.

Nos surge una pregunta: la curva de inflexión en el mercado ¿llegará a partir del soporte o de la producción masiva de contenidos? En nuestro caso estamos usando el Sony Reader PRS 700 para leer ficheros PDF, pero no para leer libros electrónicos, entre otras cosas porque no hay en el mercado español.

Evidentemente este tema no es central ni crítico para las editoriales, sobre todo a corto plazo, como lo vienen demostrando las resistencias palpables a abordar este tipo de cuestiones o su marginación frente a otros temas «prioritarios» o «urgentes», de más calado gremial, por parte de algunos editores españoles. Incluso algunos despachan el tema digital reduciéndolo a «electrografía» (concepto proveniente del Copy-Art originario de los años 80, de difícil aplicación al ebook y a la comercialización de contenidos digitales), lo cual no sólo denota un desconocimiento flagrante de la revolución tecnológica a la que vamos a asistir con carácter inminente, sino un posicionamiento prejuiciado que genera un falso y maniqueo debate papel versus digital.

La presencia masiva de editores en el Foro Publidisa hace unas semanas nos hace pensar que podemos asistir a un posicionamiento masivo a medio plazo de los editores en este tema. La batalla en los mercados del ebook es indiferente respecto a la cacharrería que acabe imponiéndose, pero no respecto a una producción masiva de contenidos de calidad, sobre todo en los terrenos y materias más proclives a tirar del mercado a corto plazo: derecho, medicina, economía, marketing, libros técnicos, académicos, universitarios.
En ese sentido, es comprensible la preocupación de los editores de libros (en papel) científico-técnico, que ven peligrar sus tradicionales nichos y canales de venta. Iniciativas como la de Enclave Editores-BNE, propiciada por la FGEE y DILVE, con la colaboración de la Biblioteca Nacional, son primeros pasos (a modo de tanteo o campo de pruebas) del «proyecto digital» al que todo editor deberá enfrentarse en los próximos meses.

En el inminente entorno digital del libro, hay dos planteamientos básicos que debe tener claros el mundo editorial: participar activamente en el nuevo paradigma supondrá producir contenidos «multisoporte» y «multidispositivo», por un lado, y desarrollar plataformas de integración con las librerías como canal de prescripción y distribución, por otro. Negar la evidencia o cerrarse en banda al lenguaje digital es dar la espalda a un mundo que cada día crece más y en el que todos estamos, querámoslo o no, llamados a integrarnos.