31 diciembre 2008

Los libreros hacen balance del 2008

Se acerca la Nochevieja y, junto con los nuevos propósitos para el nuevo año, los libreros se animan a hacer balance, ya, del ejercicio 2008. En entrevista con la periodista Eva Orúe, Michèle Chevallier, como representante de CEGAL, sostiene, sin datos, una serie de afirmaciones de este tipo: "No ha sido un mal año". La primera pregunta que nos suscita esta rotunda afirmación es: "¿Para quién?"; la segunda: "¿Sobre qué datos se sostiene este diagnóstico?" Sin más información, podríamos pensar que estas declaraciones son producto de la intuición o de la demagogia, peligrosa en estos tiempos donde el sector debería reflexionar seriamente para redimensionar su mercado y rediseñar en profundidad sus estrategias.
Estas declaraciones de Chevallier parecen desdecir el diagnóstico de "estancamiento" que ya en junio pasado Fernando Valverde, presidente de CEGAL, había adelantado sobre la situación de las librerías: "se trata de una situación de estancamiento consolidado". La afirmación de que el año no ha ido mal, por otra parte, va en la misma línea de las declaraciones que Antonio Mª de Ávila, representante de la FGEE, realizó en julio pasado a los medios, con afirmaciones tan rotundas como esta: "La crisis no afecta al sector editorial". No obstante, Antonio Mª reculó en septiembre, al sostener que "este año la crisis económica está afectando al sector". En una declaración aún más reciente, de noviembre, de Ávila reconoce que "el libro está siendo afectado por la crisis". Parece que libreros y editores coincidirían en este tipo de diagnósticos precipitados y contradictorios, algunos, según mi parecer, triunfalistas y con datos aún provisionales, otros, definitivamente intuitivos y producto más del deseo que de la reflexión contrastada.
Unos y otros, libreros y editores, han puesto todas sus esperanzas en el cierre del año, en la campaña de Navidad, como una especie de exorcismo que libere al sector de las garras diabólicas de la crisis. Algunos editores incluso pronostican que la crisis no afecta a los libros por su "valor refugio". En la misma línea, ciertos libreros gallegos se anticipan en sus previsiones al cierre del año y afirman que el libro va a ser el regalo "estrella" en Reyes porque "es más asequible". Asimismo, esperan que la época navideña suponga "un cierto impulso" al sector.
(Los libreros de Gandhi se adelantan a unos y otros y le han echado imaginación, un año más, con sus mensajes de impacto.) Son encomiables los esfuerzos que los distintos representantes de libreros y editores han hecho durante todo el año para salvar los muebles y guardar las apariencias, pero en varias ocasiones se han precipitado en sus conclusiones: en una ocasión, con discursos triunfalistas, que a falta de más datos, se amparaban en las cifras millonarias de ciertos best sellers de Planeta y Random House; ahora, con una pirueta que raya en la demagogia, rebajando el impacto de la crisis recurriendo al aumento de las ventas del libro de bolsillo.

El libro de bolsillo parace que se ajusta a la carestía del bolsillo de los españoles, según algunos analistas, pero los porcentajes de venta reflejan que en esa batalla sólo luchan los grandes, dos de los cuales, precisamente Planeta y Random House, se reparten el 66% del pastel. Ambos análisis, el triunfalista y el demagógico, se amparan, curiosamente, en los datos de los grandes grupos editoriales. Los editores independientes, a todo esto, están muy callados y preocupados, fundamentalmente, con la Feria del Libro de Madrid y las elecciones a la Presidencia de la FGEE. Los mundos de Yupi, vamos.
Emplazamos a unos y otros a finales de enero y principios de febrero, donde asistiremos, pronostico, a una de las cifras más altas de devolución que habremos sufrido los editores en los últimos años. La devolución no se ha hecho esperar y ya está goteando desde el mes de octubre y noviembre. Esperemos pues al 2009, para poder valorar cuáles han sido las virtudes del año que termina.

30 diciembre 2008

La feria de las vanidades... del Gremio de Editores

En las últimas semanas han aparecido en el suplemento Babelia del diario El País dos comentarios de Manuel Rodríguez Rivero a propósito de la situación del Gremio de Editores de Madrid (GEM) y las próximas elecciones a la Presidencia de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). En sendos atículos, Feliz no cumpleaños y Volando con mi vampira, Rodríguez Rivero subraya la situación manifiestamente penosa en que el gremio se encuentra, y no le falta razón: si en el primer artículo llegaba a hablar de "tensión" para referirse al GEM, así como de "absurda tradición" para referirse a la bipolaridad y alternancia Madrid-Barcelona en la Presidencia de la FGEE, en el segundo artículo es más directo, y llega a afirmar sin dobleces la necesidad de un "proceso de profunda reestruccturación funcional y estatutaria" en ambas instituciones.
A estas alturas del año y de la crisis del sector, la situación de impás en el Gremio y en la Federación es doblemente preocupante:
-Por un lado, hacia afuera, están los retos que tiene planteados el sector: no sólo la contracción del mercado, la edición electrónica y la revolución de la propiedad intelectual, como señala Rodríguez Rivero, sino también los cambios en los hábitos de consumo (lo que condiciona no sólo qué libros compra la gente, sino dónde los compra); el surgimiento de nuevos mercados, de tipo long tail y nicho, frente al mercado de masas (lo que obliga a los editores y libreros a rediseñar sus estrategias); la concentración de la distribución (lo que será determinante para muchos editores) y la redefinición del mapa de librerías (con la entrada de nuevos actores con alta capacidad de adaptación a los nuevos mercados). Nuestra tesis es que no sólo asistimos a una crisis (la económica-financiera-inmobiliaria que afecta inevitablemente al libro), sino ante un verdadero cambio de paradigma en el sector editorial.
-Por otro la crisis de liderazgo, por falta de personas, ideas y proyectos en la dirección de las instituciones gremiales, lo que está generando una preocupante incertidumbre entre los editores. Parece evidente que hay que ir a una reestructuración decidida del gremio. Los hábitos, usos, costumbres y estatutos deben ser reformados en profundidad para adecuarlos a los tiempos, ya que presentan marcados rasgos casi preconstitucionales: La alternancia Madrid-Barcelona en la presidencia de la Federación; que la presidencia recaiga en alguien de uno de los "grandes grupos" o un mariachi apoyado por éstos; que haya candidatura única o de consenso, etc…
La reflexión a realizar es muy sencilla: hace falta modernizar la estructura, adecuar los estatutos, profesionalizar la organización y desarrollar unos mecanismos electorales muy abiertos, donde prime que se puedan presentar editores que tengan "ideas", "discurso" y "programa". Como ejemplo, y salvando las distancias, en la Comisión de Pequeños Editores de Madrid hemos elegido hace unos meses una nueva dirección con dos candidaturas diferentes y con sendos programas -a modo de hojas de ruta- distintos. Para ello hubo que desempolvar, por primera vez desde su fundación, una urna para votar libremente, un voto por empresa representada.
Leíamos hace unos días en un blog que para la presidencia del IDPF -International Digital Publishing Forum- se presentaron doce candidaturas diferentes. Esto sí que es biblio-diversidad. En la situación actual, los editores no tienen una idea clara de hacia dónde quieren encaminar sus pasos (porque faltan programas); no saben cómo hacer frente a la crisis (porque no hay reflexión ni ideas); ni si quiera son capaces de trabajar en equipo o llegar a acuerdos (por falta, entre otras cosas, de liderazgo). La dirección de las instituciones gremiales necesitan, por tanto, una urgente enmienda a la totalidad.
La dirección del Gremio de Editores debería ser una máquina bien engrasada de liderar iniciativas culturales (no sólo empresariales) y discursos coherentes, con impacto en la sociedad; y no un mero bulto sospechoso, o un nido de fenicios. Los editores independientes deben pedir a los Reyes Magos que no les traigan carbón -ni siquiera una caseta de 4 metros para la Feria del Libro de Madrid-, sino una dirección como Dios manda. En esto el tamaño no importa, (grandes o pequeños) lo importante son las ideas: las empresas y los colectivos las dirigen personas y las transformas las personas, no las razones sociales. Se hace necesario pues, un giro personalista tanto en el GEM como en la FGEE.
Por otro lado, los problemas de cocina tanto en el GEM como en la FGEE habrán de solucionarse de manera diligente, si queremos que el sector reaccione con lucidez a los retos a los que se enfrenta, problemas reales que desde hace meses se vienen sorteando con quiebros y malabarismos cargados de demagogia. No se hallan soluciones ignorando los problemas.