30 abril 2009

LIBRERÍAS CRISOL, IN MEMORIAM

El anuncio público del cierre inmediato de la cadena de librerías CRISOL –tres tiendas en Madrid- es una muy mala noticia para el sector del libro, una noticia que nos ha impactado sobremanera, por razones profesionales y personales. Un cierre que coincide con la profunda y severa crisis que afecta al sector, a pesar de los cantos de sirena de algunos que persisten en mantener lo bien que le va al libro (¿producto refugio?) en medio de una desaceleración generalizada del consumo.
Desconocemos si esta suelta de lastre del Grupo Prisa se debe a la eliminación de una empresa que no daba beneficios, o que daba menos de los esperados, o viene a confirmar, esta vez con más dramatismo, la situación en la que los profesionales del libro nos estamos viendo embarcados en los últimos meses.

Librerías Crisol ha sido para muchos escuela de librería. En su día tuvimos la oportunidad y el privilegio de trabajar codo con codo con libreros que ya habían trabajado con D. Manuel Aguilar. Ha sido durante más de 20 años una de las cadenas emblemáticas y con más carisma de Madrid. Su mix (de libros, discos, dvd, papelería, prensa diaria, libretas de diseño, plumas estilográficas, moleskines, objetos de escritorio muy selectos, etc) hacía aparecer a la cadena como una mezcla de drugstore y vips, pero con dos diferencias importantes:

-Por un lado su personal: Crisol, a diferencia de otras cadenas, podía presumir de un personal muy cualificado –libreros con experiencia, libreros de raza–, con años de experiencia, en cuanto al dominio de la profesión y conocimiento del libro. Crisol ha sido cantera para el sector, y de sus librerías y oficinas han salido muchísimos profesionales que desempeñan cargos y puestos de relevancia en el sector del libro, tanto en librerías y distribuidoras, como en editoriales, desde poetas hasta algún finalista del Premio Nadal, algún librero y varios editores.

-Por otro lado, Crisol se ha caracterizado durante estos años por su amplia diversidad editorial y comercial que su fondo de libros constató, con secciones cuidadas y estanterías donde era fácil encontrar libros de editoriales muy pequeñas, y hasta con sesgos ideológicos muy particulares.

Pero lo que nos debe preocupar ahora es la diáspora de sus más de 60 empleados, y los dramas personales que ello conlleva. Desde 1987, año de su constitución, el paraguas de Crisol cobijaba varias y muy distintas librerías, cada una con su propia personalidad: desde su buque insignia, Juan Bravo, alojada en los bajos del antiguo edificio Aguilar, donde aún se puede encontrar la puerta de la impresionante caja fuerte que albergaba su sótano, hoy almacén; pasando por la de Castellana, con su peculiar diseño; la de López de Hoyos, así como las hoy en el recuerdo de Goya, Jorge Juan (las históricas) o las más modernas, pero también desaparecidas de Vallehermoso, Galileo, Corazón de María o Doctor Esquerdo. Las librerías Crisol eran unas librerías clásicas en Madrid, que llego a tener hasta 10, pero también las hubo en otras ciudades de España, e incluso alguna en países hispanoamericanos, como la de Lima, Perú.

Pero Crisol no sólo han sido estos puntos de venta: han sido y son sus empleados (libreros, personal de almacén, cajeras, guardias jurado, personal de oficinas…) los que han conformado la personalidad muy particular y única de esta singular empresa que hoy anuncia su desaparición. Los exempleados de Crisol aún nos encontramos, nos reconocemos, nos damos cita año tras año en la Feria del Libro de Madrid, y añoramos con una sonrisa aquellos maravillosos años donde asistimos día a día, domingo a domingo, inventario demoledor uno tras otro, a aquella constante fiesta y gozo del libro que fueron y hasta ahora han sido las librerías Crisol.

¿Ha sido la crisis que padece el libro el detonante del cierre o han influido factores más macroestructurales y mediáticos, como la situación de Prisa? Creemos que hay más de lo segundo que de lo primero, pero no podemos negar la evidencia de la situación crítica para el sector que va a generar el cierre definitivo de esta cadena para muchos editores, distribuidores y para el público en general. Si esto sigue por estos derroteros –cierre de librerías y ERE’S– habrá que plantearse la constitución de un sindicato del libro para trabajadores de editoriales y libreros. El convenio de las Artes gráficas y del Comercio del papel dudamos mucho que sirva de algo… En definitiva, el cierre de Crisol es un drama para sus trabajadores, y un reproche a una gestión desde Prisa probablemente equivocada en muchos planteamientos.
Desde Paradigma Libro queremos mostrar nuestra solidaridad más sincera con todos los trabajadores de la cadena. A vuestra disposición amigos, y un fuerte abrazo para “Rodri”, de Juan Bravo, y para Concha, y desde luego para esos 65 profesionales modelo que hoy tienen que ponerse a pensar en su futuro. Ánimo compañeros.

28 abril 2009

LOS PECADOS CAPITALES DEL NEGOCIO EDITORIAL

El mercado del libro anda de cabeza: más es menos y menos es más en un sector como el del libro que cada día desvela un poco más cuáles son sus pecados capitales. Nos explicamos:

-La soberbia de la sobreproducción editorial (más) de los últimos años nos está pasando factura, a editores pendientes, dependientes e independientes, con catálogos cada vez más indefendibles frente al mercado (menos).

-La avaricia de la intermediación del mercado mayorista (más) se está cobrando día a día más bajas en el canal comercial, con una implantación cada vez más exigua y ridícula, dejando menos margen a la diversidad editorial (menos).

-La envidia (yo soy más grande, yo tengo más libros, yo tengo escaparates más vistosos, yo vendo más) está haciendo estragos entre los puntos de venta, más pendientes de construir pirámides faraónicas con los libros candidatos a bestsellers –en busca del pelotazo–, en detrimento de la creación de una buena (en calidad y servicio) red nacional de librerías (menos).

-La pereza, por fin, ante la irrupción de las nuevas tecnologías al sector del libro, de la Web 2.0 como plataforma posibilitante de nuevos mercados, y de los nuevos modelos de negocio, es quizá el pecado más flagrante de todo el sector.

Pecados capitales, y además mortales. El mercado se impone a pesar de las voces de algunos, que siguen agarrados a los datos suministrados por el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros como si de las tablas de la Ley se tratara. Moisés baja cada año iluminado del monte Tabor y nos anuncia a bombo y platillo que el índice de lectores frecuentes en 2009 ha subido 0,5 puntos, aunque el índice de lectura –lectores frecuentes más lectores ocasionales- desciende en igual magnitud. Y todos tan contentos.

Es por ello que desde la FGEE se debería comenzar a lanzar un tipo de mensajes comunicativos mucho más cautos, titulares del tipo “las previsiones son optimistas y si no se compra es por otros motivos, no por la crisis” deberían desaparecer del corpus comunicativo del sector del libro. Algunos mensajes triunfalistas como “la industria del libro no está en crisis”, no hacen ningún favor al sector. Negar la evidencia no cambia las cosas.

La industria del libro, hoy más que nunca, está necesitada de un rediseño de sus modelos de negocio, ajustados a sus mercados reales y posibles. Menos mensajes líricos y más épica, en un mercado que está como está, es decir, estancado y en retroceso. Enrique Dans nos los recuerda:

«Habrá que competir haciendo las cosas MEJOR, no peor. No se compite planteando más de lo mismo. Tu modelo de negocio no es un privilegio concedido por el dedo de Dios, ni tiene que ser protegido por las leyes de los hombres. Tu modelo de negocio te lo da el mercado».

Quizá el sector esté necesitado, ahora más que nunca, de las virtudes opuestas:

-Humildad, frente a soberbia: Los editores deben editar menos y mejor, y asumir que ciertos proyectos no funcionan por mucho que se empeñen. La red comercial y los libreros no pueden seguir pagando los platos rotos de una edición ineficaz e impermeable a la autocrítica o la evidencia del mercado.
-Generosidad, frente avaricia. Los intermediarios han de dejar de asumir el papel de meros operadores logísticos, sin implicarse en los proyectos, o de ajustar sus servicios por paquetes, parcelando porcentajes de descuento. Todo el sector debe ajustar márgenes, y se ha de dar juego a las relaciones y acuerdos entre editores y libreros. La logística avariciosa debe dejar paso a la promoción y gestión por categorías inteligente y generosa con la diversidad de mercados. Ya no vale el café para todos.

-Caridad, frente a envidia. Los libreros han de empezar a cooperar en plataformas más amplias, físicas y virtuales, buscando la excelencia del colectivo, renunciando a la estrategia de "sálvese quien pueda".

-Diligencia, frente a pereza. El sector ha de abordar con carácter de urgencia una reingeniería de procedimientos, una reelaboración de estrategias, una optimización de recursos y un plan nacional de crisis, ante los retos de una restricción del consumo, el hundimiento de los mercados tradicionales y la aparición de nuevos modelos de negocio.

¿No ha llegado el momento de un gran congreso del sector?

23 abril 2009

SANT JORDI SE VA DE OUTLET: EL NUEVO LOW COST DEL LIBRO

Hoy empieza el año: desde hace un tiempo Sant Jordi no es sólo el día del libro, cita de la cultura y la rosa para cientos de miles de catalanes (Barcelona) y españoles en general. El sector del libro español espera esta semana como agua de mayo, con la esperanza de que las cifras de facturación remonten por fin un primer trimestre que, este año especialmente, se pinta muy negro.


La burbuja editorial se ha pinchado, pese a quien pese, y parece que el rayo de sol primaveral y la fiesta de la rosa y el libro tienen con la respiración contenida a editores y libreros, anhelantes de buenas noticias. Algunos se precipitan a dar mensajes triunfalistas sobre las cifras del sector. Otros son más prácticos y se dedican a encontrar nuevos mercados para el libro, reorientando las viejas estrategias de marketing obsoletas y reemplazandolas con iniciativas imaginativas y a la altura de los tiempos.


Es el caso de PlanetadeAgostini, que esta semana ha anunciado el lanzamiento de la página web www.librosa5euros.com. Una iniciativa curiosa e imaginativa y, desde nuestro punto de vista, nada censurable. Se trata de una página en la que se venden restos de ediciones a 5 euros el ejemplar, más gastos de envío, otros 5 euros. Lo nuevo no es el saldo: en realidad, se trata de una práctica habitual entre editores, que suelen saldar de tapadillo los restos de ediciones no agotadas. La clave de la operación es la discrección: se intenta que la marca no se contamine y pierda vigor al descubrirse que se están saldando libros. Estos saldos aparecían en diversos puntos de venta, reconocibles por los habituales, en condiciones ciertamente denigrantes para el sector y la cultura del libro.


La iniciativa de Planeta es ciertamente interesante y novedosa, un "saldo de guante blanco", ya que Internet posibilita saldar libros a 5 euros, en una operación directa del editor al comprador online, sin intermediarios. Con el método tradicional, esos mismos libros quedarían diseminados por los numerosos saldistas nacionales y de cada ejemplar el editor no sacaría ni siquiera un euro.


Saldos 2.0: No se trata ya del producto, sino de la relación. La página web no sólo oferta libros a saldos, sino que genera tráfico, incluye banners de diferentes temas, enlaza con la página principal del grupo a través del anuncio de un libro nuevo como gancho. Por otra parte, el saldista que hay tras la página nos mira: observa el comportamiento del mercado y de los consumidores. Los responsables de la iniciativa han subrayado el gancho del “outlet”, que efectivamente puede sonar “fashion” e incluso “cool”: consiguen dignificar una vía de negocio hasta ahora con muy mala prensa dentro del propio sector: nadie presume de saldar los libros que no ha conseguido vender por el canal habitual.


Pero esta iniciativa trasciende una simple operación de maquillaje y dignificación del saldo: es obvio que responde a una estrategia de ventas y de marketing acorde con las tendencias del consumo moderno: oulet, low cost, etc… donde se pone de manifiesto que el consumidor no está dispuesto a pagar –monetizar- demasiado por ciertos productos, ya que su percepción de valor es mucho más baja.


Para el mundo editorial debería constituir una buena noticia, ya que si Planeta salda –o monta un outlet- todos los editores pueden hacer lo mismo pasado mañana. Si para algunos editores nunca ha constituido un desdoro ni una vergüenza el saldar, ahora hay que agradecerle a Planeta que lo eleve a categoría de consumo y que le otorgue un corpus conceptual moderno. No olvidemos, y seríamos cínicos si lo hiciéramos, que los almacenes de las editoriales están desbordados de existencias (resultado de la burbuja editorial) y que no hay un solo editor que no tenga restos de edición por liquidar.


Nos llama la atención el eslogan que utilizan en su página: ¡Que la crisis no te impida aprender! Es el primer mensaje comunicativo en positivo que observamos de una editorial con el tema "crisis", tema que ya comentamos en una entrada anterior, y que nos hizo reflexionar acerca de la necesidad de lanzar mensajes comunicativos de editoriales situando sus comunicaciones en un escenario de crisis y de cercanía al consumidor.


En resumen, una buena iniciativa que a buen seguro será copiada inmediatamente, pero cuidado, esos libros que se saldan obligan a comunicarlo al canal de distribución y puntos de venta, de manera que no se incumpla la Ley del Libro.

21 abril 2009

MENOS ES MÁS. ¿UN DECRECIMIENTO NECESARIO?

Hace ya varios meses adquirí, aceptando la recomendación de los libreros de una de mis librerías habituales, Marcial Pons Economía, un libro de Serge Latouche, Pequeño tratado del decrecimiento sereno, de editorial Icaria; hace unas semanas me pasó exactamente lo mismo, pero esta vez en librería Miraguano, y acepté el consejo de comprar el libro de Nicolás Ridoux, Menos es más, introducción a la filosofía del decrecimiento, de editorial Los libros del lince.

Se trata de dos libros que vienen a cuestionar y a poner en solfa gran parte de la teoría clásica del crecimiento en economía, al margen de poner en duda abiertamente gran parte de las lecturas de esta materia realizadas por mí en los últimos años, y que están generando un cierto movimiento social en Europa en torno a su planteamiento. La tesis es relativamente sencilla: parte de la base de considerar que decrecimiento no es igual a recesión, sino más bien la imposibilidad de crecer indefinidamente a partir de recursos finitos.


Aboga, pues, por un planteamiento y un paradigma basado en la sostenibilidad, en una lógica de consumo responsable y en la conservación de los recursos, todo ello bajo una redistribución más racional y lógica de la riqueza y del propio trabajo. En resumen, dos libros fantásticos y de obligada lectura, más académico el primero y más fácil de leer el segundo; en ningún caso es necesario tener un gran bagaje de lecturas económicas para seguirlos y comprenderlos.

Pero como esto no es un blog de economía vamos al tema que nos sugieren estas dos lecturas, y que no es otro que la aplicación del modelo que proponen al sector del libro. ¿Era sostenible el modelo editorial español? ¿No estábamos inflacionando una burbuja editorial? Veamos: contra el crecimiento ilimitado de títulos podríamos oponer algunos recursos finitos del sector:

· La masa de lectores habituales permanece constante o en regresión (a pesar de lo que dicen las encuestas).
· El espacio físico de exposición –librerías de verdad- está estancado o en abierta regresión. ¿Puede tener visibilidad la ingente producción española?
· El crecimiento de los precios año tras año choca frontalmente con la limitación de la renta disponible en la generación cero, grupo demográfico que debería sustituir a los baby boomers de la generación de los 60-70, y que son los compradores de entre 20 y 35 años, que se encuentran con cero trabajo, cero renta y cero expectativas.

El sector debería aprovechar la situación para rediseñarse y establecer un modelo más sostenible, racional y lógico de lo que era hasta la fecha. Parece evidente que hace ya tiempo que necesita una hoja de ruta y un potente GPS. Me dicen que el nuevo presidente de la Federación, don Pedro de Andrés, ha enviado a los editores una carta en la que establece un plan de trabajo ciertamente importante, la iniciativa parece coherente y le felicito por ello. Le insistiría en dos cuestiones: la reforma estructural del sector –en sus conceptos y en sus órganos de dirección- parece más que obvia; y la construcción de un nuevo corpus conceptual para el sector y un congreso del libro: editores, distribuidores y libreros parece esencial….
En resumen, parece necesario “decrecer” para racionalizar el sector.

15 abril 2009

LOS LIBROS Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Pasan las semanas y el libro no deja de ser el protagonista de las secciones de cultura de periódicos y portales de información en la red. El libro es motivo de fiesta nocturna y en blanco para algunos, es enviado al armario por otros, o definitivamente es desterrado al pasado más cavernario, junto al bolígrafo, por una ministra entusiasmada por facebook y enterradora de editores y libreros.


El libro es noticia, pero desigualmente tratado por los medios de comunicación: desde la frivolidad hasta la inexactitud, desde la temeridad o la estupidez hasta la falta de sensibilidad con el sector, el libro sigue siendo el maltratado en las páginas de cultura del país (sin doble sentido).


En alguno de los debates del Congreso de Libreros de Ceuta se tuvo la oportunidad de escuchar los siguientes argumentos e ideas respecto a este tema:


· El libro, al no mover grandes audiencias, no ocupa un papel importante en los medios de comunicación.
· Los medios en general, y la prensa escrita en concreto, están en un proceso de redefinición de sus modelos de negocio y estrategias de comunicación y opinión.
· La tendencia a reducir el número de páginas de los suplementos literarios es general, y sólo en una cierta medida derivada de la crisis de la inversión publicitaria.
· El mercado publicitario refleja el nivel de confianza de los consumidores: pero el mix de medios elegido por el anunciante se está desplazando hacia Internet, medio que gana tanto en inversión como en poder de prescripción y de confianza.
· La crisis económica ha acelerado un proceso que viene de lejos, esencialmente por una desbandada de los lectores hacia otras formas de ocio, y si la gente emigra la publicidad también.
· Para las nuevas generaciones su medio natural ya no es el papel.
· La Web 2.0 hace que el ciudadano se apropie de la información y cobre protagonismo.
· Los libros no impregnan la programación, se llevan a horarios de madrugada –en radio y TV-. El libro está en un escondrijo.
· Grupos mediáticos como Antena 3 y Prisa, que tienen gran parte de sus orígenes en el mundo del libro, carecen de programas sobre el libro en sus parrillas.
· El librero es un prescriptor independiente, mientras el editor es un prescriptor interesado.
· Los suplementos literarios informan de libros y animan al buen lector, pero no crean ni atraen nuevos lectores.
· La radio prescribe más que los medios impresos.
· El mundo del cine sale en los medios mucho más que el libro y de manera masiva.
La nueva ministra, la de cultura, ha de abordar retos culturales que trascienden la polémica del cine, y que deberían tener la reorientación y rediseño de políticas del sector del libro como una de sus prioridades. De nuevo recordamos aquí la necesidad de crear un Plan Nacional para el sector del libro, un proyecto de consolidación de una red de librerías independientes, así como los retos reales que van a suponer la caída del sistema tradicional de distribución y la incorporación de las plataformas de comercialización de contenidos digitales.
Menos películas, señora ministra (la del producto refugio, la de que al libro le sienta bien la crisis), y más políticas eficaces para el libro. Y si es por glamour, invente unos “Goya” para el sector del libro.

13 abril 2009

PUBLICIDAD EDITORIAL EN TIEMPOS DE CRISIS: IMAGINACIÓN Y NUEVAS ESTRATEGIAS

POR CHICUELINAS: La crisis, económica, financiera, ministerial, social y del libro está generando desde hace meses una cantidad importante de frases hechas, muletillas y chascarrillos, de los cuales hemos dado cuenta en este blog. En nuestro sector hemos oído a algunos referirse al libro como “producto refugio”, o sostener sin despeinarse que “al libro le sienta bien la crisis”, lemas recurrentes entre periodistas enterados y editores despistados en busca de la frase de marras con que lucirse y salir airoso por chicuelinas de una entrevista.



Lo que sí es cierto es que de un tiempo a esta parte la crisis está apareciendo en el contenido y lemas de los mensajes publicitarios de todos los sectores, en un claro proceso de adaptación al nuevo escenario e intentando transmitir una cierta “cercanía al cliente”. Los ejemplos son muchos: “Basta ya de crisis” (Segunda Mano); “Con la crisis sí se juega” (Famosa); “Dale calabazas a la crisis” (Knorr); o el video de Telefónica, realmente espectacular, con su mensaje “ahora más que nunca la gente necesita sentirse cerca de la gente”.




El anuncio, realizado por la agencia Sra. Rushmore, muy conocida por sus campañas sobre el Atlético de Madrid, adopta un tono emotivo, solidario y de calor humano ciertamente impactante. El anuncio apunta directamente al corazón. Es evidente que no dejan de ser anuncios publicitarios, pero denotan una cierta adaptación al escenario actual de crisis en que nos encontramos. De hecho, muchos de nosotros ya tenemos amigos en el paro.



Por otro lado, son más las voces que en el sector del libro se alzan para denunciar el apuro que los libros están pasando, pese a quien pese. Una de ellas, bien reciente, la de un librero de los de toda la vida, Antonio Méndez, que con sensatez y cordura apunta sintéticamente las coordenadas en las que nos movemos: “ya se ha acabado la coartada cultural a la que se aferraban muchos editores para publicar una cantidad ingente de títulos para ver con cuál sonaba la flauta”.



Pues bien, si la sobreproducción editorial ha demostrado ser un cáncer para la red de librerías y para la buena salud del sector, habrá por fin que reajustar los mensajes que desde las editoriales lanzamos a la ciudadanía. El editor no puede seguir insistiendo en el valor refugio de los libros, de sus libros (y no los de la competencia), puesto que las librerías están vacías. Ya no valen conejos salidos del sombrero. Una cosa es querer parecer serenos ante el tsunami de las devoluciones y la caída de la facturación, y otra cosa es permanecer ciegos e impasibles, inactivos y sin previsiones y planes de actuación a corto y medio plazo. ¿Cuál debería ser la nueva estrategia del editor, a fin de cuentas, un productor más de objetos de consumo, ante la crisis y la recesión económica? Al hilo de lo ejemplificado con la publicidad de otros sectores, resultaría interesante reflexionar sobre dos ideas concretas:



· ¿Es acertado situar la crisis en el eje de los mensajes publicitarios de los editores cuando lo que se demanda es una incentivación del consumo con lemas que animen al optimismo y la confianza? Quizá no, pero no se puede seguir comparando a la contra al libro con ladrillos ni a las librerías que abren con los restaurantes que cierran. No se puede faltar a la verdad subrayando desde las editoriales o desde las instituciones una rotunda lectura triunfalista de las ventas anuales del 2008 o primeras trimestrales del 2009, haciendo un uso y abuso, forzando, las estadísticas. Quizá no haya que ser tan crudo, pero a las cosas no se pueden maquillar más y hay que llamarlas por su nombre.




· ¿No sería útil que la industria editorial apareciese en televisión garantizando un 5% de descuento general en todos los puntos de venta? Parecerá una obviedad, pero el común de los mortales españoles no sabe que el libro está sujeto a una ley de precio fijo. Recordarle que los libros tienen descuento no es una pérdida de tiempo, sino una manera de generar mensajes positivos e interesantes para la percepción psicológica del objeto libro por parte de los consumidores. Y sí, la ley sólo permite un 5% de descuento, pero hay muchas maneras de decirlo y de publicitarlo.




Es el caso de una conocida cadena de librerías que ha decidido echarle imaginación a la cosa: en vez de aplicar un descuento directo del 5% a cada compra, fideliza a sus clientes dándoles una tarjeta bajo el lema “aprovecha tus ventajas”: Por cada 10 € de compra el cliente muestra su tarjeta a la que se le pone un sello. Una vez completamente sellada (10 sellos), la tarjeta tiene un valor de 5 € que el cliente podrá canjear en la próxima compra en cualquiera de sus librerías. Sí, es lo de siempre, pero de otra manera. Un pequeño cambio para que todo siga igual, pero fidelizando a los clientes. La imaginación al poder, o pensamiento estratégico para tiempos de crisis. ¿Quién da más?

02 abril 2009

CONGRESO DE LIBREROS III: LAS PLATAFORMAS DIGITALES DEL FUTURO

Libro electrónico, e-book o libro a pilas, todos hablamos del cacharro sin saber muy bien cuándo ni cómo va a irrumpir en el mercado español. Los editores aún se piensan muy bien con quién cerrar acuerdos e intentan orientarse un poco en el mundillo wiki. Mientras, algunos independientes se han lanzado con fuerza al mercado digital: Edi.cat acaba de presentar los primeros e-books en catalán. Los editores parecen proactivos, aun con reservas y tanteos, a estos nuevos soportes y mercados.

¿Y los libreros? ¿Cuál va a ser el efecto en las librerías de la irrupción del libro electrónico? Es lógico que este tema preocupe a los libreros, esencialmente por la indefinición acerca de la nueva cadena de valor que acabará imponiéndose. ¿Pueden jugar algún papel las librerías tradicionales en la comercialización de libros electrónicos? ¿Cómo añadirán valor al proceso de compra y consumo de estos contenidos, llamémosles “libros líquidos”, por utilizar la nomenclatura de Z. Bauman?


Una de las ponencias presentadas en el Congreso de Libreros de Ceuta, la de Gardners, ofrecía una alternativa interesante: la creación de una gran plataforma de distribución física y online convertida en paladín de defensa de las librerías. Esta plataforma dispone de un interface de fácil implementación que hace que el cliente realice online la compra de e-books en su librería habitual, aunque lo que está moviéndose por detrás es la estructura invisible de Gardners, que obviamente comisiona a las librerías por los libros vendidos electrónicamente.


Otra idea presentada en el Congreso fue la expuesta por la librería Cámara de Bilbao a propósito de la plataforma alemana Libreka, una gran plataforma conjunta de los editores alemanes para la gestión y comercialización de contenidos digitales; en realidad, una respuesta de los editores alemanes a Google, que también tiende puentes y llega a acuerdos con las librerías.

En resumen, dos posibilidades que prefiguran ciertas tendencias acerca de por dónde pueden ir los tiros en un futuro cercano. Desde nuestro punto de vista entendemos como razonable el constituir una plataforma colectiva y agrupada de editores para comercializar contenidos digitales, pero la gestión comercial de la venta debe ser realizada por los libreros. Esto conllevaría dos temas importantes:

  1. Por un lado se logra que una librería independiente iguale las posibilidades de competencia de una cadena.

  2. Por otro lado, se logra desplazar el eje competitivo a la destreza y habilidad de cada librería, para hacer marketing online y conformar propuestas de valor a diferentes targets de clientes.

La idea es la creación de una plataforma plural, con diversidad editorial, a la que cada librería online se conecta cuando efectúa una venta de libros electrónicos, a través de un interface invisible para el cliente. La batalla, si esto se llevase a cabo, sería entre concepciones de marketing online y entre empresas donde primara el tamaño y la potencialidad financiera de cada una.

En el futuro el poderío de una empresa –editorial o librera– no lo determinará su volumen de facturación, sino su capacidad de influir en la red.