06 julio 2009

LA CRISIS Y EL LIBRO: EJERCICIOS FUNAMBULISTAS

La aparición este sábado en diferentes medios de los primeros resultados sobre el ejercicio de 2008 y un avance sobre la situación del sector en el primer semestre de 2009, a partir de los datos suministrados por la FGEE, nos lleva a reflexionar sobre algunas de las cuestiones que se apuntan. El titular de El PAIS no podía ser más contundente, dentro de la línea sensacionalista que ha caracterizado la “reflexión” sobre el sector en los últimos meses: “El libro también se suma a la crisis. Tras años de crecimiento, las ventas bajaron un 6% en el primer semestre de 2009”.

La línea de argumentación del titular ya nos parece errónea y nos ofrece suficientes motivos para discrepar rotundamente. Los últimos años el sector ha crecido por debajo de la inflación, de hecho, a precios constantes el sector ha decrecido en los últimos diez años el 1,2%. Ver cuadro.


Conclusión: dejemos de anunciar a bombo y platillo el “crecimiento”, para hablar directamente de estancamiento.
Por otro lado, de las cifras que se aventuran del primer semestre de 2009 –se explica que son “muestras y proyecciones”­- se afirma que tan sólo se ha producido un descenso del 6%, a pesar de que sostiene que se parte, según los datos de enero y febrero, de un 40% de descenso. La cifra del 6% en el semestre es por tanto difícilmente creíble (supondría que en los cuatro meses restantes, para compensar el 40% de caída, se debería haber facturado una cifra escalofriante, cosa que no es verdad).
En el artículo se recogen también las declaraciones de Michèle Chevallier –Cegal- , que habla de un descenso del 25% en librerías. Desde nuestro punto de vista, la apreciación de Cegal parece bastante más realista y objetiva, mucho más fiel a una realidad que no deja de ser preocupante.
Las devoluciones efectivamente han sido descomunales, esencialmente porque se han convertido en el único mecanismo corrector entre oferta y demanda. La devolución está penalizando la sobreproducción editorial que no se ajusta a la demanda real. Si no se vende, lo racional es devolver; si no se vende, lo racional y prudente es comprar e implantar cantidades mucho más bajas. Si a todo esto se añade parón de compras institucionales y unas demoras en los pagos de la administración a las librerías, el cuadro es preocupante.
¿“La tendencia es recuperarse”, como afirma el artículo? Pues va a ser que no. De momento no hay brotes verdes, sino atonía y estancamiento. Parece más que necesario y urgente disponer de un plan B, es decir, de un plan anticrisis del sector. ¿La burbuja editorial ha pinchado definitivamente?

1 comentario:

Julián Chappa dijo...

¿Crisis? El mundillo editorial, comenzando por sus «prestigiosos grandes editores» y por sus «codiciosos editores grandes» debería cogerse por sus propios fundillos y hacer un autoexamen de conciencia para deslindar responsabilidades y culpas. Endilgárselas a otros es fácil, cómodo y acrítico, pero si se las atribuimos a la metástasis del cáncer que invade nuestras entrañas, al que devoran por dentro es a nuestro cuerpo de todos modos.

El problema es de fondo y forma, en ese orden. Lo saben casi todos los popes, pero casi todos piensan «más adelante veremos, por ahora vamos tirando así», y está llegando el día en que el barco ebrio de la industria editorial va sin rumbo, perdiendo calidad en pos de una cantidad que ahora ni siquiera es tal.

Ahora no crece ni siquiera a costa de la metástasis de los «best-sellers», el gran error que cometieron los grandes a sabiendas de que ese modo de crecer era falso, perjudicial para la salud del ecosistema editorial y más temprano que tarde se volvería un arma de doble filo.

Ha llegado la hora de los héroes. ¿Voluntarios? Ya nos hicieron voluntarios a la fuerza a todos los colaboradores externos durante la última década. ¿Mostrarán los altos cargos al menos cierto grado de compromiso, valentía e iniciativa? Los «agoreros» les vienen avisando hace años sobre lo que está pasando.

¿Seguirán mirando para otro sitio esperando que aparezcan nuevos Harrys Potter, Stiegs Larsson o Hennings Mankell para tapar la realidad de un modelo que hace aguas por todos lados? ¿Seguirán los capitanes mirando la popa del barco ebrio editorial mientras el iceberg se acerca a la proa del Titanic?

Los manotazos de ahogado sirven para situaciones de emergencia, pero no se los puede transformar en un «modus vivendi», esperando que la tecnología o los «Illuminati» vengan a rescatar una industria desfasada que sigue pensando con criterios egoístas y antediluvianos, que si cambia sólo es para quitar presupuesto a la edición del libro y añadírselo al Departamento de Márketing. Eso no es edición, eso es territorio para el señor Philip Kotler...

«Editores», un poco de amor propio y de humildad, miren a su alrededor, observen cómo funciona el grupo de profesionales que pululan frenéticamente a vuestro alrededor para que el libro persista siendo un «bien simbólico» y no quede castrado simplemente a un «envase simbólico», a un esbelto packaging vacío de calidad y contenidos.

Julián Chappa