Los agentes literarios se pasan a lo digital: La noticia aparecida hace unos días en El Periódico acerca de la venta realizada por la agencia de Carmen Balcells de los derechos digitales de un nutrido número de títulos de autores muy conocidos (Gabriel García Márquez, Juan Marsé, Camilo José Cela, Miguel Delibes, Eduardo Mendoza, Juan Goytisolo) a la empresa navarra Leer-e, dejando al margen de la operación a los editores en papel de dichos autores, confirma una vez más que en el sector del libro estamos asistiendo al fin de la intermediación y a la irrupción del nuevo paradigma digital del libro.
Completando lo que ya apuntamos hace unos meses en nuestro libro El nuevo paradigma del sector del libro, el nuevo paradigma digital para la industria editorial significará básicamente lo siguiente:
1º. Internet como paradigma del acceso abierto al mercado.
2º. Internet como canal de distribución y marketing de miles de productos de economía long tail (larga cola), en paralelo al mercado tradicional de masas.
3º. Proceso imparable de desintermediación de agentes (editor, distribuidor, librero) en la cadena de valor del libro; sus funciones tradicionales serán asumidas por un nuevo agente -por definir- en la nueva cadena digital.
4º. Irrupción de nuevos modelos de negocio en la Web 2.0.
5º. Paulatino decrecimiento del valor de los contenidos en red, que tenderá a cero.
6º. Ocaso de los monopolios de distribución del libro físico. El contenido digitalizado se comercializará sin exclusividad.
7º. Posibilidad de apoyo cruzado al formato papel desde Internet (y viceversa).
8º. Irrupción de nuevas propuestas de valor a partir del hecho de que cada usuario se convierte en un generador potencial de contenidos, cualitativa y cuantitativamente interesantes.
Volviendo a la iniciativa de la agencia Carmen Balcells, nos llama la atención que -tras su apariencia de genialidad a la que nos tiene acostumbrados- no deja de ser una estrategia esencialmente defensiva: Balcells pretende adelantarse a lo aparentemente inevitable y, por tanto, parece querer parar a un Mihura con un pañuelo: en el nuevo escenario digital el autor también puede llegar a prescindir, no sólo del editor, sino del agente, y llegar a comercializar los derechos y royalties de su obra directamente con una plataforma de distribución, marketing y venta de contenidos digitales. En ese sentido, hay autores que ya están colocando sus libros en Internet a partir de licencias copyleft.
Ante la irrupción inminente de estos nuevos modelos de negocio, los responsables de ciertos grupos editoriales toman posiciones. Random House parece liderar las iniciativas para el lanzamiento masivo de contenidos digitales a la red, pero Riccardo Cavallero (en medio de los dos tenores) puntualiza: "los ofreceremos en las librerías online".
Bien, parece que a los grandes el reto les motiva y que son capaces de llegar a acuerdos con plataformas de distribución y con El Corte Inglés, la FNAC y La Casa del Libro.
Pero lo verdaderamente importante de la noticia vertida por El Periódico es lo que no dice: la parálisis, el temor y escepticismo atávico y ciego que muestran los editores y los libreros independientes ante el libro electrónico y la digitalización de contenidos. La disyuntiva es meridiana: o los editores independientes se ponen las pilas, y se pasan a "modo digital" y comienzan a tomar iniciativas gremiales serias, o se van a quedar fuera: el tiempo no corre a su favor. Deben cambiar del vade retro a la aceptación sin condiciones. Y los libreros, tal para cual.
2º. Internet como canal de distribución y marketing de miles de productos de economía long tail (larga cola), en paralelo al mercado tradicional de masas.
3º. Proceso imparable de desintermediación de agentes (editor, distribuidor, librero) en la cadena de valor del libro; sus funciones tradicionales serán asumidas por un nuevo agente -por definir- en la nueva cadena digital.
4º. Irrupción de nuevos modelos de negocio en la Web 2.0.
5º. Paulatino decrecimiento del valor de los contenidos en red, que tenderá a cero.
6º. Ocaso de los monopolios de distribución del libro físico. El contenido digitalizado se comercializará sin exclusividad.
7º. Posibilidad de apoyo cruzado al formato papel desde Internet (y viceversa).
8º. Irrupción de nuevas propuestas de valor a partir del hecho de que cada usuario se convierte en un generador potencial de contenidos, cualitativa y cuantitativamente interesantes.
Volviendo a la iniciativa de la agencia Carmen Balcells, nos llama la atención que -tras su apariencia de genialidad a la que nos tiene acostumbrados- no deja de ser una estrategia esencialmente defensiva: Balcells pretende adelantarse a lo aparentemente inevitable y, por tanto, parece querer parar a un Mihura con un pañuelo: en el nuevo escenario digital el autor también puede llegar a prescindir, no sólo del editor, sino del agente, y llegar a comercializar los derechos y royalties de su obra directamente con una plataforma de distribución, marketing y venta de contenidos digitales. En ese sentido, hay autores que ya están colocando sus libros en Internet a partir de licencias copyleft.
Ante la irrupción inminente de estos nuevos modelos de negocio, los responsables de ciertos grupos editoriales toman posiciones. Random House parece liderar las iniciativas para el lanzamiento masivo de contenidos digitales a la red, pero Riccardo Cavallero (en medio de los dos tenores) puntualiza: "los ofreceremos en las librerías online".
Bien, parece que a los grandes el reto les motiva y que son capaces de llegar a acuerdos con plataformas de distribución y con El Corte Inglés, la FNAC y La Casa del Libro.
Pero lo verdaderamente importante de la noticia vertida por El Periódico es lo que no dice: la parálisis, el temor y escepticismo atávico y ciego que muestran los editores y los libreros independientes ante el libro electrónico y la digitalización de contenidos. La disyuntiva es meridiana: o los editores independientes se ponen las pilas, y se pasan a "modo digital" y comienzan a tomar iniciativas gremiales serias, o se van a quedar fuera: el tiempo no corre a su favor. Deben cambiar del vade retro a la aceptación sin condiciones. Y los libreros, tal para cual.
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