30 marzo 2009

CONFUSIÓN DE CONFUSIONES

José de la Vega, economista converso del siglo XVII, escribió, en clave satírica, el primer tratado sobre la Bolsa que se conoce: Confusión de confusiones: diálogos curiosos entre un philosopho agudo, un mercader discreto, y un accionista erudito, descriviendo el negocio de las acciones, su origen, su ethimologia, su realidad, su juego, y su enredo (Ámsterdam, 1688).



Han pasado cuatro siglos, y el título de De Vega nos sirve para ilustrar la confusión de nuestro sector y de las noticias que se vierten últimamente sobre él. Nos confunden, cada día un poco más. El pasado día 17 de marzo publicaba el diario El País un artículo titulada “El libro resiste en la tormenta”, firmado por Miguel Ángel Villena, en el que se vuelve a insistir en la aparente buena resistencia del libro ante la crisis: argumentos como que el libro es igual a “ocio barato” y la machacante noticia de la buena salud del sector son el leit motiv del artículo.

Sin embargo, un día después, ¡y en el mismo periódico!, se publicaba un artículo titulado “Casandra al paredón”, del dilecto Manuel Rodríguez Rivero, en el que se sostiene totalmente lo contrario: ni “ocio barato”, ni “producto refugio” ni “buena salud” del libro; muy al contrario, se señala un descenso de ventas del 17% en enero –según el panel Nielsen– y devoluciones masivas por parte de las librerías (otra cosa sería averiguar quién está devolviendo más: ¿librerías independientes? ¿cadenas? ¿la tienda del peine?). ¿Que habrá pasado en marzo? Temblamos.

¿En qué quedamos entonces? ¿Seguimos deshojando la margarita? Los editores de Madrid, en la medida en que escasean datos rigurosos con los que encarar determinadas decisiones, están a la espera de los resultados de una encuesta muy breve (de la que dimos cuenta hace unos días) que se ha pasado a todos los agremiados. Dicha encuesta, sencilla, tiene como objetivo lograr no tanto una cifra de ventas estimada (mayor, igual o peor) sino valorar la tendencia en la que nos encontramos.



En los próximos días, conocidos los resultados, podremos hablar con propiedad del tema, de manera que no estemos presos de los medios de comunicación, que un día dicen una cosa y al siguiente lo contrario. ¿Beneficia a alguien esta desinformación ambivalente? ¿No perjudica abiertamente a todo el sector esta situación de desinformación –no por ausente, sino por mala, mediatizada e inveraz– absoluta?

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