En París, en pleno Barrio Latino, al lado de Sant Michel y cerca de la Sorbona, los editores no son pequeños, sino independientes, y lo certifican inaugurando apenas hace unos días una librería muy especial: Pippa, la «Librairie des Éditeurs Indépendants». Con tan solo su nombre esta nueva librería parisina define su posicionamiento de mercado y la composición de su portfolio de producto, o como decimos por estos lares, «de qué van»; pues eso, de independientes. ¿Se podría llevar a cabo en España una iniciativa similar?, se preguntaba Elogio de la librería hace unos días
Hace unos meses subimos una entrada en la que afirmábamos la necesidad de la elaboración una Hoja de ruta de la Edición Independiente. En dicha hoja un capítulo importante lo ocuparía la elaboración de un Mapa de distribución selectiva de la Edición Independiente. Ha llegado el momento, afirmábamos, de que los editores independientes españoles, con una crisis de visibilidad alarmante, se decidan a fomentar, patrocinar y apadrinar un eslogan que conforme una red de librerías que garantice la presencia continuada de ciertos sellos editoriales y genere cierta militancia en torno a ellos.
Apenas hace unos días, ante las preguntas de ciertos colegas, plasmamos en una nueva entrada nuestra visión de lo que significa «edición independiente», bastante alejado del concepto «pequeño». Si en otros países como Francia o en la mayoría de Hispanoamérica existe una militancia rigurosa y eficaz en torno a la «Edición Independiente», en España, o al menos en Madrid, seguimos a cuestas con el concepto de «Pequeñas Editoriales».
Al margen de estar obsoleto y dejar un mal sabor de boca, por ser casi ofensivo, el concepto «pequeñas editoriales» nos sigue creando serias dudas: ¿Se es «pequeña editorial» por la facturación? ¿Por la rentabilidad? ¿Por la poca visibilidad mediática? ¿Por vocación de insignificancia y marginalidad? ¿Por capacidad financiera? ¿Por recursos humanos y empresariales? ¿Por un catálogo en construcción? ¿Por definición «contra» o «frente» a otros? etc…
Creemos que los Editores Independientes en España tienen la suficiente identidad como para «hacerse visibles» como tales y con pleno derecho. ¿No será que se es independiente por la dimensión cultural? ¿Por la profundidad del catálogo? ¿Por la especialización en mercados nicho o micro-nicho? ¿Por el compromiso estético? ¿Por su responsabilidad empresarial con un modelo sostenible, aliado de la red de librerías independientes?
A ciertos editores no les queda otro remedio que definirse como «pequeños» porque no tienen nada que esgrimir frente a otros que son «grandes». A los independientes no les crea ningún problema convivir con los grandes, porque son de otra especie y se definen y actúan por sí mismos.
La Comisión de Pequeñas Editoriales de la AEM organizó hace un tiempo unas jornadas de análisis sobre la problemática de la distribución. Las jornadas fueron un éxito de público y participación gremial, dejando bien claro una de las preocupaciones más acuciantes de la edición independiente en este país, factor determinante sobre la visibilidad de sus sellos. Pues bien: ¿no ha llegado el momento de ponerse a trabajar sobre el tema de la visibilidad de la EI en los puntos de venta? ¿No ha llegado el momento de que los Editores Independientes se pronuncien sobre su condición de tales?
3 comentarios:
Editores independientes dependientes
Los editores serán realmente independientes el día que, precisamente, dejen de ser «dependientes» de las fauces de la media docena de grandes distribuidores pseudomafiosos de los que dependen, cada día más asociados con los grandes emporios e imperios editoriales que lo controlan (casi) todo, desvirtúan la edición en su conjunto y encarecen desorbitadamente el P.V.P. de los libros por una tarea logística mal hecha.
Al lector le privan de la oportunidad de buscar/encontrar/conocer libros y autores de calidad, obligándolo a pagar 30 € por libros plagados de erratas y ahogando la democracia de difusión que debería existir con igualdad de condiciones.
Al editor le cierran las puertas de sus librerías «asociadas», negándoles la distribución de libros raros, especiales, poco vendidos, eso en el mejor de los casos. El el peor (y más habitual) le cobran fortunas para distribuirles en los plazos y modos que ellos imponen unilateralmente, pero mintiendo al editor con fechas y volúmenes que nunca se cumplen.
A los autores nóveles, interesantes, profundos, en definitiva a los «long-sellers», los matan antes de nacer, ya que crean una dinámica que obliga a los demás actores del ciclo vital del libro a fomentar la mediocrización de los fondos editoriales y a que la rotación y demanda de libros sea pura ficción.
Ningún editor verdadero podrá saber qué es lo que realmente demanda el mercado porque todo está manipulado, al punto de que personalmente me ha sucedido en infinidad de ocasiones que he buscado infructuosamente libros de autores literariamente excelentes pero que -como les resultan económicamente poco rentables- deciden recurrir sin más a la dictadura del marketing.
Q.E.P.D. el libre acceso a la cultura. Los lectores, ni siquiera pagando lo logramos... Es hora de un cambio de «modelo de negocio».
Julián Chappa
www.ediciona.com
Un gran artículo. Yo soy un editor independiente, que tiene esos problemas de distribución, y lo que hago es hacerlo por mi cuenta y riesgo, porque no tengo otra opción. Me parece muy interesante tu idea de crear librerías independientes, que deberíamos trabajar todos los editores de España. Podría ser una buena solución para subsistir en el futuro frente a los grandes grupos editoriales.
Julián y Carlos, aún con distintos planteamientos y perspectivas, ambos coincidis en vuestro diagnóstico y apuntais hacia una misma salida: los editores independientes, ahora más que nunca, necesitan replantearse su situación, rediseñar sus estrategias y abordar otros escenarios y mercados. Renovarse o morir.
Publicar un comentario